Descripción
Son dos días en la vida de un niño, Samuel, que va contando, a su modo, lo que vive. Lo que el pequeño deja entrever, mientras narra, es inquietante, sobre todo, porque lo cuenta desde la ingenuidad, sin entenderlo del todo. La narración se alterna con la voz de su madre de acogida que nos muestra el otro lado, el adulto, el que sabe lo que ocurrió.
Los dos protagonistas, cada uno inmerso en su propia realidad, van pautando lo que sucede y lo que sucedió. Lo ocurrido se va entresacando de sus rutinas, sus pensamientos, sus vidas unidas por una realidad común, a pesar de estar alejadas por los distintos enfoques y edades. Nos cuentan lo que rompió sus mundos para reordenarlos de nuevo. Sabremos qué fue lo que les trastocó la vida, cómo se gestó, al juntar los distintos elementos del drama que nos irán dando.
Tanto Sam, tal como llaman, como su madre adoptiva, están inmersos en el presente, en esos dos días decisivos, donde ella tiene que darle la vuelta a la realidad, ir tras ella, para poner las cosas en su sitio, dejar de estar a destiempo de lo real. Si se atreve. Él, siempre en su propio universo, los vive con la intensidad y curiosidad absorbente con lo que lo hace todo.
Tras la realidad es el intento de poner orden en el caos de las acciones hechas, de redimirse por lo no hecho, de buscar una segunda oportunidad sabiéndola inútil, pero necesaria para seguir viviendo.
RESEÑAS
Tras la realidad es una obra de gran sensibilidad, pero también de intriga y denuncia social. Una novela, como hemos comentado, sobre la imposibilidad de conocer la realidad. Y sobre el efecto del tiempo en las emociones: «La de ilusiones hechas añicos, hasta que aprendió a recoger los trozos para seguir intentándolo», sobre la importancia de las decisiones personales que, como puentes, pueden afectar a las decisiones de otros, y también sobre la necesidad de redención de una culpa que no radica solo en quien levanta la mano con violencia. En definitiva: una novela muy recomendable. Culturamas
Monzón no busca «ni juzgar ni acusar, de hecho, jamás se cuenta directamente lo que sucedió. Lo que quiere es meterse en la mente de dos personas cercanas al drama diario: el hijo, la amiga y familiar. Quiere que se sepa cómo se sienten después, cuando va no se puede solucionar nada: la culpa, el desarraigo, la pena, la negación… Estos dos personajes tienen sus mundos propios, un entramado social y emocional desde donde evolucionan y se mue-ven. La violencia tiene muchas manifestaciones y el silencio es una de ellas. Un silencio que puede venir del mie-do, de la cobardía, del egoísmo, de la propia ceguera. Todos estos silencios están en una novela hecha de lo que no se dice. De silencios». El contraste de los dos mundos, niño y madre, «ayuda a meterse en una situación que se irá mostrando poco a poco, sin surgir del todo. Es ese vislumbrar lo que jamás se ve, oír esos silencios, lo que ‘Tras la realidad’ busca». La nueva España
La autora se mete en la piel de cada uno de los protagonistas: el niño, la madre Dos, los abuelos y la no-hermana y nos empuja a hacer lo mismo. Una cuestión de empatía. “Lo que cuesta empezar a vivir cada día” Dos días intensos, narrados con mucho oficio. Los Isidros review
Una novela recomendable que no deja indiferente y que desde aquí os sugiero como próxima lectura. Estado Crítico
La voz inocente y lúdica del niño ameniza el drama, así como la ternura que se siente en algunos momentos. La expectación por descubrir qué ha pasado y, luego, qué pasará mantiene al lector atento e involucrado en la trama. Mientras el lenguaje sencillo y, a la vez, limpio y cortante de Eva Monzón hace que la lectura sea fluida y placentera. Makma
y de lectores:
Reseña de Rosa Montrell
Reseña de María José Donzel
Me parece como si hubiera partes internas que se permiten vivir cuando paso por sus páginas, por los temas que toca, que nunca son pocos, y como los toca, y eso es muy emocionante. Para mí Tras la realidad es entre muchas otras cosas, ensanchar el alma.
Reseña de Marisa Cuñat
Reseña de Yaiza Gallardo
Los personajes divierten y conmueven; la trama se desvela poco a poco, se puede saborear.
El libro consigue emocionar en sus momentos clave.
Eva sabe cómo camuflar con apariencia de sencillez la complejidad de su arte.
Es un viaje que merece mucho la pena.