Descripción
«Eulogio Serrano no fue un simple poblador de la arrugada faz de la tierra. Fotoperiodista, actorazo impresionante de teatro, cine, radio y televisión, con una vis cómica que ni se puede enseñar ni se puede aprender, que se lleva en la sangre, un andaluz como no hay dos y, por encima de todo, una bellísima persona»», José Luis Garrido Bustamante.
«Delgado como un palodú, defensor a ultranza de la estatura media, narizudo y ojicorto. De profesión: fotógrafo; de condición, actor. Un sinvergüenza pobre, pero honrado y buen actor. Eulogio es puro teatro»,Paco Correal.
«Una de las personas más entrañables y cariñosas que me he encontrado en mi vida. Era el mediador por naturaleza. Tenía un don especial, era pisar el escenario y la gente ya se reía. Su misión fue hacer reír», Manolo Gordo.
«Riotinteño de pro, teatrero hasta la médula, empresario, actor, director, fotógrafo… Sé que el día en que Eulogio se vaya de este mundo, recitando los parlamentos de don Lucio, el de El genio alegre, Sevilla habrá perdido a uno de sus más rendidos enamorados, porque a Sevilla le sobran los piropos, pero le faltan los amores de verdad; de esos que, por toda recompensa, son felices respirando su aire, contemplando su cielo y oyendo sus ecos de inefable armonía […] Cuando llegue la hora de bajar el telón definitivamente, los sevillanos le dediquen el mejor de los homenajes: el del recuerdo y el de la gratitud por habernos hecho a todos un poco más felices», Manolo Barrios.
Estos son algunos de los muchos elogios que, a lo largo de los años, escritores, periodistas y profesionales de la radio, el cine y la televisión han dedicado a Eulogio Serrano, el protagonista de esta historia.
A dos voces, a través de su propio testimonio —escribe sus memorias: Por amor al arte, a las puertas de su ochenta cumpleaños— y de las palabras de su hija Carmela, hacemos un recorrido por sus vivencias, recuerdos y pasiones, su gente y su paisaje. Nos lleva al Riotinto del Año de los Tiros, al Ellis Island de los años 20 del siglo pasado en medio de una diáspora sin precedentes, a Utrera, Jerez, Sevilla… Nos sube al escenario de la Agrupación Álvarez Quintero —que él mismo fundó—, nos baja al terreno de juego del Betis Balompié y el Sevilla Fútbol Club, entramos en los ruedos y en el hogar de Juan Belmonte, nos abre los micrófonos de la radio, revive al Carpanta y su costilla, nos canta el acontecimiento de la primera Misa Flamenca, recrea la Triana de los gitanos de la Cava y nos revela su lado más íntimo y personal.
Y es que, como dice Carmela Serrano, Eulogio vivió una vida de novela.